Sobre un sueño que apunté un día
12/02/23.
Ese lugar no es una representación idéntica de mi hogar, pero, de alguna extraña forma, describe con exactitud una sensación de incomodidad enterrada dentro de mí. Podría ser un sesgo de confirmación; en realidad, no define lo que siento, pero algo querrá decir si lo he soñado una vez. Así que fuerzo mis pensamientos para que ambas cosas coincidan.
Ahora, habiéndose aparecido varias veces en mis sueños, puedo señalar a la naturaleza del subconsciente como culpable. Quizás no sea el mismo lugar en mis diferentes sueños, pero he logrado encontrar un patrón que se repite: la esquina que lleva a la cima de la montaña. En alguno de mis sueños es donde se ubica mi casa, no solo con unas vistas preciosas al mar, sino con una tranquilidad envidiable al ser la última casa de la urbanización, alejada del ruido, pero sin estar aislada.
En este último sueño, la cima de la montaña es el lugar donde se encuentran mis dos hijas, pequeñitas y necesitadas de mí, en el momento en que ocurre un desastre natural. Corro hacia ellas cuesta arriba cuando me doy cuenta de que algo muy malo está por pasar. Mientras todos huyen en sentido contrario, al ver las rocas caer hacia donde me encuentro, doy marcha atrás y bajo con los demás a un lugar seguro.
No es la naturaleza maligna del paso del tiempo lo que hace que esté aterrada de este, sino el hecho de que no hace más que confirmar que en mi cuerpo hay contradicciones sin resolver que salen a la luz conforme voy viviendo, durmiendo y soñando. Estas contradicciones no pueden ser resueltas al estar experimentadas bajo la lupa de mi yo inconsciente, de mi yo dormido.
¿Le puedo recriminar a alguien un pensamiento intrusivo sobre el cual no tiene prácticamente poder alguno? De la misma forma que eso puede verse como impensable, también lo es obligarme a mí misma a recordar y analizar mis locos sueños mientras estoy dentro de ellos. No es factible.
Tampoco es factible intentar analizarlos una vez despierta, porque bien se sabe que uno recuerda lo que recuerda, y esto puede corresponder a un porcentaje minúsculo del sueño real, muchas veces descontextualizado y condicionado por nuestra parte racional, hambrienta de buscar una explicación sensata que nos deje en el mejor lugar posible como personas, lejos de ese sinsentido que vemos en nuestro momento de descanso.
Comentarios
Publicar un comentario